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SEMAFORO PORTRAIT

Las calles de Bogotá (Capital de Colombia) están llenas de trabajadores que día tras día se valen de la informalidad para el sustento diario. El País afronta una grave situación de desempleo y migración de personas desde zonas rurales hacia la ciudad capitalina, dando como resultado un crecimiento demográfico acelerado. Estas circunstancias ocasionaron el aumento de la población dedicada a las ventas ambulantes generando problemas de circulación, seguridad y aseo en las calles de Bogotá.

 

Cabe resaltar que cada vez son más las personas que ejercen la venta ambulante bajo la luz roja del semáforo debido a factores  como lo es el desempleo, la carencia de oportunidades para competir en el mercado, la imposibilidad de tener lugares estratégicos para la venta de productos, la falta de preparación, capacitación y oportunidades laborales, así como también la falta de recursos y acceso a préstamos; factores que están ligados al problema social que se vive día a día al interior de Colombia.

 

“La plata ya está hecha, solo hay que buscarla” me dice Don Alonso y no como opinión personal sino colectiva, opinión  que llevan consigo y como convicción casi todos los vendedores informales en la ciudad. Este gremio es muy diverso, madres cabeza de hogar, madres e hijas, discapacitados, personas con antecedentes judiciales, menores de edad, padres de familia, amigos y novios, todos ellos creando, innovando, ofreciendo, rebuscando el sustento diario.

 

“La luz roja” es un acercamiento al gremio informal de trabajadores ambulantes en Bogotá, es un reflejo de la situación laboral en Colombia, corresponde directamente a una mirada cruzada de un gremio observado, señalado y en varias ocasiones agredido por el gobierno y por la sociedad. Ahora la mirada va también en sentido contrario, sin juzgar, mostrando lo que son, dejando a la vista su actividad, su sentir, su pensar y su ser.

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