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DAYLIFE BOGOTÁ (en construcción)

Crecí en una ciudad fría y dieciséis veces más grande que la ciudad en que nací, una ciudad donde perder la cabeza es tan fácil como perderse en sus calientes barrios, una ciudad donde la calentura no se mide con un termómetro y donde el peligro se asocia con la calentura, donde las balas se clavan en tu pecho si no entregas tu billetera, donde no hay ley, donde solamente Jesús podría escuchar tus plegarias. La capital colombiana me adopto desde que aún era un bebe, siento que empecé mi niñez huyendo, aunque no entendía de que, lejos de la tierra que me vio nacer aprendí a entender y descifrar la enorme Bogotá, a recorrer sus calles, llorar con sus alegrías y a reírme de sus dolores, crecí con miedo trasmitido por mis padres y por el vecindario en el sur de la ciudad donde crecí. Al crecer vi a Bogotá con miedo, por medio de trágicas noticias en la televisión, crecí escuchando los chismes en la tienda "mataron a Richard", en ese momento y al ver desde la esquina de mi cuadra al CTI cubriendo con una manta el cuerpo de Richard empecé a entender y a ver la ciudad con mucho respeto.

​Inmerso en la religión, la pasión del futbol, las barras bravas y las maquinitas en las que dejaba las vueltas al hacer los mandados fui una esponja que absorbía vivencias sin perder el rumbo, tuve la fortuna de no caer en vicios y no tomar las armas, tuve una niñez ingenua en medio de vándalos, barristas y pillos de barrio. Cuando crecí tuve que recorrer durante casi dos años los recovecos de los barrios menos favorecidos de la ciudad, tuve que vivir de cerca el dolor de muchas familias, de entender muchas problemáticas de la ciudad. Allí recordé cuando mataron a Richard, el pillo del barrio que amedrantaba a todos y sembraba e terror, cuando se lo fumaron el barrio se vio diferente, tranquilo. En ciudad Bolívar vi pillos tirados en el piso con una bala en la cabeza, malos pasos que decidió dar un pequeño que creció entre violencia, me sentí afortunado de no tomar nunca un arma, de no verme tentado por malos pasos ni malos vicios. Durante cuatro años con mi cámara en la mano empecé a retratar la ciudad en la que con mucho temor crecí, inmerso en el dolor de familias que habían perdido seres queridos en actos vandálicos empecé a pensar en mostrar una ciudad densa de una manera más simbólica. Tenía trabajo como fotógrafo judicial y hubiera podido hacer una serie de muertos, pero eso no me interesaba, cada calle de barrio caliente que recorría me mostraba símbolos, me hacía recordar vivencias y cosas que de niño experimente o vi de lejos, ahora estaban en frente de mi haciendo una epifanía y recordándome elementos, calles, señales y personas con las que crecí.

​Esta es la capital colombiana vista desde una óptica no tan positiva, no es la historia de un pillo, ni tampoco es mi historia, es la Bogotá que vi mientras crecía, corresponde directamente a lo que siento en Bogotá, al miedo que me invade y a las preguntas que me formulo. ¿Acaso que piensas de Bogotá? ¿Que sientes cuando estas en ella?.

​Es difícil describir una enorme ciudad con una sola palabra, pienso que cada persona me daría una palabra diferente, va ligada con donde creciste y con quien conviviste, depende de que viste y que viviste. Yo defino a Bogotá como "Caliente", la calentura Bogotana ha estado presente a lo largo de la vida, y es que no se necesita crecer entre pillos para ver la calentura de esta ciudad, ni tampoco estar en los lugares más peligrosos de la misma, se siente latente en algunos barrios y lugares de la ciudad. No es paranoia, cada 20 minutos la policía decomisa un arma en Bogotá, en 2016 la policía decomiso 520 armas, sin hablar de asesinatos y hurtos la ciudad brinda cifras altísimas que es mejor ni buscar para no alarmarse, aquí en Bogotá no hay que dar papaya, así de simple.

Y es que no busco criticar mi bella ciudad, llevo 28 años viviendo en Bogotá y lo seguiré haciendo por mucho más tiempo, busco hacer una reflexión en torno a la violencia que indirectamente nos toca y marca, solo quiero dejar en cada lector y cada persona que vea la serie fotográfica una duda y generar una pregunta específica para demostrar que sin importar en donde creció identifica los símbolos, se siente identificado al menos con alguna fotografía. ¿Crecimos en esta ciudad y será que nos preguntamos si la violencia nos toca en la capital?... será que la violencia solo se siente en las zonas rurales?... Sera que las balas, aunque nunca tocaron nuestra piel no nos dejaron también una marca que nos identifica dentro de la silenciosa violencia de este país?

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