CROCODYLUS INTERMEDIUS (ongoing project)
En las piletas de la Estación Biológica Roberto Franco de la Universidad Nacional de Colombia quince cocodrilos llaneros esperaban impacientes por pisar las playas del río Manacacias (Meta) y por primera vez sacar a flote su instinto reptil y vivir en libertad. Un coordinador biológico, dos coordinadores logísticos, tres biólogos y dos veterinarios, pusieron alma y corazón durante tres días e hicieron posible el sueño de libertad de estos quince animales en cautiverio.
La travesía empezó el jueves, la mitad del equipo viajaba desde Bogotá a la unidad biológica en Villavicencio, el plan, alistar los animales con el resto del equipo para ser enguacalados el viernes. Los animales estaban previamente escogidos, no se vale llevar animales que tengan consanguinidad, todos los cocodrilos fueron estratégicamente elegidos y preparados para la liberación, solamente la fuerza de ocho hombres es capaz de neutralizar a cada macho más grande y cuatro para las hembras que son más pequeñas. Los lazos, la cinta y los guacales ya estaban listos para esta larga y complicada tarea.
La salida del Sol del siguiente día anunció lo que sería el comienzo de una aventura no solo para los cocodrilos sino para el equipo de trabajo. Se respiraba tensión en las piletas de la unidad, paresiese que los cocodrilos supieran que ese día algo estaba fuera de lo normal. Empezaron con uno de los machos más grandes, había que probar finura y tantear terreno, dos machos más y doce hembras deberían ser amarrados y enguacalados en el transcurso del día, una carrera contra reloj que no discriminaba el agotamiento y cansancio del equipo. Los cocodrilos debían estar en movimiento en la noche, quince vidas dependían de estos ocho hombres. Chapoteos, colazos, jalones y machucones soportaron durante el día para poder cumplir con la meta. A las seis de la tarde ya dos camiones de la Policía estaban cargando el peso de siete cocodrilos cada uno, abajo los machos en cajas más grandes soportaban el peso de las hembras más pequeñas y delicadas encima. Así fue como la noche del viernes vio partir desde Villavicencio hacia Puerto Gaitán en dos camiones y un bus a estos hermosos reptiles en vía de extinción.
Se hicieron tres paradas durante el camino, se debía monitorear el estado de los reptiles pues la temperatura es un factor que puede matarlos, no podía subir de veintisiete ni bajar de veinte, viajar seis horas amarrado y metido en un guacal no es cosa fácil para ningún individuo, estos fuertes animales estaban dispuestos a soportar lo que fuera, es como si supieran que iba a ser un pequeño esfuerzo por una vida eterna en libertad. La vereda de Pachaquiaro fue la primera en recibir a estos quince cocodrilos para la inspección, una taberna con un borracho dormido en orinal fue el lugar de hidratación para el equipo de trabajo mientras los veterinarios revisaban a los animales, esta sería la oportunidad para llenar la maleta de golosinas para el camino, puesto que las otras dos paradas serían en medio de la nada por la carretera hacia Puerto Gaitan.
A la mañana del sábado, el clima estaba cálido y húmedo, una fuerte bulla por la fiesta del malecón y un dolor de cuello tenaz por la pésima dormida en el bus, una última inspección a los cocodrilos y a embarcar los quince guacales en tres lanchas que ya estaba esperando en el puerto. No hubo tiempo para recargar energías, el agotamiento empezaba a ser un factor dominante en la travesía, con sueño, estallados por el esfuerzo y picados por hormigas arrieras estos ocho hombres emprendieron su camino a lo largo del Río Manacacias en las tres lanchas, dos más grandes con seis cocodrilos y una más pequeña con tan solo tres. El brillo de las estrellas de un hermoso cielo estrellado iluminó lo que quedó de noche del sábado, sentados en los guacales a treinta kilómetros por hora, sintiendo los fuertes golpes de los cocodrilos estresados e impacientes, contemplaron el hermoso amanecer naranja y rosa en el río Manacacias, ya se podía respirar esperanza y libertad, estos quince cocodrilos estaban a tan solo ciento setenta kilómetros río adentro de su libertad.
El plan contempló tres puntos de liberación, ocho horas navegando con los cocodrilos para llegar al lugar, con dolor de espalda, muertos de sueño y dolor de nalga que le deja a cualquiera sentado tantas horas sobre una tabla, arribaron. El clima los había tratado bien, no pico tanto el Sol y más bien se sentía un ambiente cálido y húmedo, fue dos minutos después de llegar cuando el cielo pareció caerse del aguacero que se desplomó, no hubo tiempo de sacar carpas, lavados de pies a cabeza continuaron con la tarea, el tiempo corría y los quince reptiles debían terminar de ser liberados a más tardar las cinco de la tarde. En Cada punto de liberación se quedaban cinco cocodrilos, empezaron con uno de los machos más grandes, bajar este reptil de la lacha era una tarea que cada vez se hacía más difícil, los músculos de estos hombres sentían que cada minuto que pasaba estos reptiles se hacías más pesados, como si la gravedad de la tierra aumentara, los alientos empezaban a pasar cuenta de cobro. Todo esto despareció al ver este gigante reptil pisar la arena a la orilla del Río, todo el esfuerzo, el desgaste físico y mental valió la pena, el cansancio se esfumó al ver este gigante adentrarse al agua y dejar una estela en el agua, como si agradeciera por esta nueva aventura que le espera en libertad. Así transcurrieron las demás liberaciones, fue emotivo ver cómo corrían hacia el agua estos gigantes reptiles, la infinidad de nuevas sensaciones que experimentaron estos cocodrilos, el agua tibia en la orilla y helada en el fondo, los peces, la melodía de la selva, cosas que jamás habían experimentado en cautiverio. Ya empezaba a terminar el sábado cuando se liberó el último cocodrilo, después de tanta agua que cayó del cielo, el naranja y rosado volvió a apetecer en el cielo para despedir a estos ocho hombres que cumplieron el sueño de libertad de estos hermosos reptiles, después de pasar por tantas dificultades, desgaste físico, mental, ausencia de sueño, largos trayectos por tierra y agua, varadas hasta de dos horas mientras navegaban en el río Manacacias, pasadas cuarenta y ocho horas la misión se culminó exitosamente. Los quince cocodrilos, un atardecer hermoso y las estrellas de la noche despidieron a estos valientes hombres que retornaron hacia Puerto Gaitán sobre guacales vacíos, Rafael, Willington, Roinson, Felipe, Alvaro,Thomas, Carlos, Gonzalo y los tres lancheros Melquisedec padre e hijo y Luis, me les quito el sombrero por tan valerosa misión, por trabajar en pro de conservar esta especie, por la fuerza que aún no sé de dónde la sacaron, mis más sincero respeto a todos.
[Ongoing proyect]